Primeros indicios

La historia de Cullera y su patrimonio están unidos, sin duda, a su montaña, la “Muntanya de les Raboses”, la “Montaña del Oro, la montaña mágica…

Los primeros indicios de poblamiento con restos del Paleolítico Superior se hallaron en la Cueva del Volcán del Faro. En la vertiente opuesta se encuentra el “Abric Lambert“, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, lugar rupestre en el que las poblaciones del Eneolítico dejaron muestras patentes de su arte: el Arte Esquemático.

Junto al mencionado abrigo, el poblado de la Edad del Bronce de “Les Oliveretes” nos habla de los primeros asentamientos humanos al aire libre con una determinada organización social.

En pleno casco antiguo, concretamente en el Barrio de la Rápita se han hallado vestigios que van desde época romano-republicana hasta la época tardorromana. Precisamente de esta época data una factoría de salazones que se sitúa en la calle Agustín Olivert y que formaba parte de un conjunto de infraestructuras portuarias. Este hallazgo pone de manifiesto la importancia que alcanzó el Portum Sucrone durante este periodo de la antigüedad tardía.

Será durante el período de dominación islámica cuando en Qulayra, llamada así por los árabes, se desarrolle una estructura urbana a los pies del Castillo. Los árabes construyeron el Castillo, con sus torres, murallas y albacara. Extendieron el poblamiento por la vertiente Sur de la montaña rodeándolo y protegiéndolo con una muralla que discurre por debajo de la calle del Mar. Testimonio de ello es el Barri del Pou, que con sus callejuelas estrechas y empinadas, nos recuerda la configuración de las medinas islámicas.

Cullera durante los siglos XIII a XVIII

El Rey Jaime I intentó conquistar Hisn Qulayra por su posición estratégica, pero no lo consiguió. El control de las mercancías que se transportaban por el río Júcar hasta su desembocadura en Qulayra, fue determinante para forzar su capitulación, tras la caída de Valencia, en el año 1239. Tras la conquista cristiana se creó “ex- novo” el Barri de la Vila. Este barrio fue ampliándose durante los siglos XIV y XV, a medida que la ciudad crecía en importancia gracias, en buena parte, a su tradición comercial, agrícola y marinera.

En el siglo XVI, Cullera será testigo de cruentos episodios con los ataques de los temidos piratas berberiscos. Al igual que muchas otras poblaciones costeras, se desarrollará toda una arquitectura militar basada en la defensa y el control de la franja litoral: se crea un cinturón de torres costeras, como la del “Marenyet”, se fortifica el Castillo con baluartes y revellines y, como no, se amuralla la Vila para la protección de sus pobladores.

Durante los siglos XVII y XVIII Cullera vivirá un período de esplendor asociado, de nuevo, a su actividad agrícola. Será ahora cuando se levanten los templos de la Sangre y de los Santos Juanes, la Casa de la Enseñanza, la Casa Consistorial y un gran número de ermitas y casas solariegas de indudable interés artístico.

Cullera durante los siglos XIX y XX

En los siglos XIX y XX, con la expansión del cultivo del arroz y la naranja, Cullera crece paulatinamente y levanta edificios e infraestructuras características de gran interés, como por ejemplo el Santuario de la Mare de Déu del Castell, el Puente de Hierro, el Mercado Municipal, el Faro, el Ateneo Marítimo o Casa del Pueblo y muchas otras construcciones de carácter privado que han marcado la fisonomía de la ciudad.

Cullera es el destino perfecto para amantes de la historia y la arqueología.

Una variedad de recursos patrimoniales que hacen de Cullera un destino perfecto para los amantes de la historia y la Arqueología, ya que también cuenta con un Museo Municipal ubicado en el interior del Castillo donde se exponen piezas arqueológicas de todas las épocas. 

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